sábado, 20 de junio de 2009

Peluquería " LA VENGANZA", donde usted entra y sale trasquilado, atendida por su propia dueña...

viernes, 19 de junio de 2009

Llueve sobre la ciudad

La bajada está jabonosa. El cielo está oscuro, a pesar de ser de mañana. Cae la lluvia sobre la ciudad. Las orillas de la calzadas se forman pequeños rápidos que lentamente aumentan su amplitud y velocidad. Estoy consciente, muy consciente, y un poco tenso tal vez. De reojo miro los indicadores del panel, está todo en orden -pienso-. La pendiente me deja tener otra perspectiva de los edificios que cubren el plan de la urbe. Es todo bruma, humedad, vidrios empañados, sonido radial e inquietud.
Las luces de freno se amontonan en el semáforo rojo. Gente al volante, tal vez con las mismas preocupaciones mías. Los pies se me hielan sin motivo aparente, la calefacción está fuerte, pero ahí están, haciéndome sentir un poco mas incomodo.
Ocupo la primera fila, pendiente de la lucecita que se tambalea con el viento. Accionando con mi pie entumecido acelero atravesando la calzada brillante. El tráfico es intenso y avanzo lentamente en la marea de vehículos. Un niño en su silla limpia el vidrio y se me queda mirando. Percibo que es tan intensa que me obliga a mirarlo, momento en el cual me saca su pequeña lengua.
El mar está agitado y se siente retumbar sobre los roqueríos de defensa. La lluvia continúa bañando la ciudad. Veo gentes presurosas cruzar el camino saltando entre los vehículos. Atravieso por la amplia plaza del monumento negro y helado que se llergue como un pequeño volcán.
Tomo la muy empinada avenida con velocidad y desición. A mitad de la cuesta, viro a la derecha y mientras en el ambiente se escucha al poeta Serrat, lentamente los temores se van empequeñeciendo, cuando veo a un par de cuadras la calle -objetivo.
Los goterones en el paraguas se sienten fuertes. Las micros en bajada van dejando su estela de agua y sonido de frenada . Espero hasta ver la calle desierta y la cruzo lentamente, lamentando dejar al español con su prosa. Abro el gran portón de entrada y luego el siguiente, y ya estoy mas tranquilo.